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El futuro de la Guerra: Inteligencia Artificial Militar

"Cuando el campo de batalla esta totalmente controlado, la guerra se convierte en rutina"

Solid Snake - Metal Gear Solid

A medida que la progresiva automatización de la vida se convierte en la tendencia a futuro, muchas más cuestiones emergen en relación al futuro del trabajo, el futuro de nuestras ciudades etc. En la última década hemos asistido a un cambio vertiginoso en el desarrollo de la tecnología robótica y sistemas de Inteligencia Artificial (IA) que se han introducido para mejorar las capacidades de las fuerzas armadas. 


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La tecnología robótica se ha aplicado con éxito en las cadenas de producción de las industrias y recientemente también cuida de nuestros mayores o interactúa con nuestros hijos. Sin embargo, como ocurre con los drones, cuando la robótica se aplica militarmente en la construcción de robots militares, sistemas de armas autónomas letales etc. Emergen cuestiones legales y/o éticas muy importantes en torno a problemáticas como: 

¿quién aprieta el botón para matar a quién?


¿es permisible delegar la decisión de disparar a sistemas automatizados? 

Sistemas de visión computacional, sistemas de control, empujan hacia la creación y diseño de sistemas cada vez más autónomos en forma de robots que se despliegan en el teatro de operaciones de los ejércitos y en el campo de batalla sin ningún tipo de control humano relegando al ser humano a un mero espectador. 

Esto sin lugar a dudas transforma la naturaleza de la guerra en el siglo XXI. No solo se reduce el daño físico corporal que puede sufrir un ejército, los soldados o las personas, en la medida en que las “armas” o la tecnología se operan a distancia y por control remoto, sino que se gana en anonimato dificultando la identificación y propiedad de la tecnología desplegada para atacar a larga distancia; y quizá lo más importante, la posibilidad de no adhesión a los tratados internacionales como los “convenios de Ginebra” que rigen la guerra justa. 

Cuando se despliegan este tipo de vehículos aéreos no tripulados (drones) y/o robots se difumina la responsabilidad de potenciales daños colaterales o crimines de guerra. También el lugar físico donde se entra en combate en la guerra del siglo XXI se ha desplazado hacia el ciberespacio e Internet. Los elementos indispensables de la guerra tradicional: armas, campo de batalla y soldados dejarán de serlo en la guerra del futuro.

La distinción entre guerra y no-guerra se ha eliminado 

El campo de batalla ya no es físico, se traslada al ciberespacio e Internet; los combatientes ya no son estados, sino actores no gubernamentales y ni siquiera hay soldados, sino robots; y las armas no son convencionales, sino de vanguardia tecnológica. 

Vivimos en la era de la guerra total, donde todo es guerra y todo se puede utilizar para hacer la guerra. Instrumentos financieros pueden desestabilizar la economía mundial o de un país, los narcotraficantes y carteles de la droga pueden introducir drogas en los territorios y crear graves consecuencias socio-económicas, un virus informático puede colapsar la red eléctrica de una región etc. Todas estas formas provocan un estado de conflicto sin entrar en guerra física convencional. La consecuencia principal de esta nueva forma de guerra en el siglo XXI es la destrucción de los límites del estado de excepción que es la situación de guerra y el estado de cosas normal que es la situación de no-guerra. 

¿Quién está en guerra y dónde está la guerra? 

Cuando no somos capaces de diferenciar entre guerra y no-guerra muchas cosas se empiezan a tambalear, empezando por la ética: La brutalidad y el estado de excepción de la guerra se traslada a nuestra vida cotidiana.

Fuente: redfilosofia.es