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Travis

Lo encontramos de madrugada. Después del decimo que recogimos deje de contarlos y de decirle a Nina que andar recogiendo indigentes en periférico era malo para su salud. Que podía agarrar una infección o algo por andarse cogiendo a esos locos que sacaban comida de la basura y cultivaban plantas en los jardines verticales de los pilares de la autopista. No porque siempre los baño, me decía y se encerraba en el cuarto a gritar como loca mientras los cabalgaba al ritmo de dark and long train. El día que bajamos a Travis estaba lloviendo, orillamos la moto para bajar por entre las grietas del único puente del periférico que seguía en pie de principio a fin. El wey estaba escondido entre dos bloques de concreto, su cueva mas bien parecía uno de esos cubículos que pusieron de moda los orientales hace unos años. Programaba algo en una computadora armada con deshechos cuando Nina llegó por detrás a clavarle una jeringa con calmantes. Luego hubo que reanimarlo porque al recibir la inyección estaba hasta las cejas de Azul Jefe.


En la maquina de Travis no había nada de valor, programaba en R para Purple Rain, la empresa que quebró cuando salió a la luz que pagaba a programadores freelance por generar código para juegos, cuando en realidad estaban minando criptomonedas. Básicamente era fraude, habrían podido programar algoritmos que minaran por si solos pero era mas seguro contratar a programadores mas o menos novatos, para que la estructura general del código se mantuviera aleatoria y burlar ciertos sistemas de seguridad. Dos años les duró el negocio, el trabajo era tan absorbente que los programadores se metían anfetaminas, azul jefe, cocaína, para trabajar por jornadas de 48 horas, que era como una carrera de actriz porno decían, que sería una etapa y luego podrían vivir cómodamente. Los veías en el metrobús programando , los ojos ocultos por los lentes oscuros mientras la mandíbula se les iba chueca y volteaban a preguntar como asustados - ¿Quién anda ahí?.

Para ese entonces ya solo había carteles mexicanos y yakuzas distribuyendo en México. Pasaban la cocaina metida en cargamentos de psicodélicos suaves controlados y legales que llegaban de los renacidos, reales y auténticos laboratorios Sandoz, en concentraciones tales que un solo gramo habría puesto a volar a un camión lleno de hippies. Las bandas se batían a tiros por la mercancía, balaceaban las bolsas accidentalmente, así que terminaban mezclando el contenido de las bolsas en los camiones; la cocaina de pronto se volvió mas disociativa que el azul jefe. Este es el único caso en la historia del que hay registro en el que el cliente recibe dos drogas puras juntas en vez de una sola impura, mezclada con dios sabe que.

Travis creía que se había soldado con su maquina a un nivel sináptico, que podía reprogramar sus redes neurales mediante un chip de silicio que le habían implantado durante su capacitación en Purple Rain. Claramente se le había quemado un fusible; no entendía que estaba programando la misma secuencia con una estructura distinta desde hacía meses, con los satélites de Purple Rain derribados desde hace meses, no había forma de que su código fuera ejecutado, pero seguía enviándose y destruyéndose conforme Travis lo terminaba. 

El muy drogo no reconoció su propio código mas tarde cuando se lo enseñamos en una maquina que no tenìa la misma configuración de colores en la interfaz grafica de la maquina que èl usaba.
Sark and long train despertándome todas las mañanas y los gritos de Nina eran algo que no podía soportar. En algún momento fui yo quien la despertó a ella lamiéndole la entrepierna, esperando a que reaccionara para poner underworld y cojer como conejos, esos tiempos se acabaron. Le agarre celos a su indigente numero 6. 

Un día como por descuido deje en la mesa una lata de aire comprimido a la que le había inyectado poppers. El numero 6 no resistió la tentación de un pase. Que podía ver como el campo visual se volvía un punto chiquito a lo lejos con cada jalón que le daba al comprimido, me contaba. El caso es que con el subidón de los poppers y el comprimido, la poca cordura que quedaba en el chango ese, se esfumo. Nina no dejo de culparme cuando encontró a su indigente tomándose el agua de la tasa del baño, diciendo incoherencias. Con lo que le había costado domesticarlo. Que no dejara por ahí el aire comprimido me había dicho. Pues si se voló lo que le quedaba de sesos es que no lo tenias tan bien domesticado no Nina? Me dejo de hablar un mes. Y de cabalgar para siempre.

Travis me caía bien, yo habría querido ser como el. No el programador pirado, mas bien el vago en el que se convirtió viviendo con nosotros. No solo no aportaba dinero al departamento, también se comía mi cereal y cuando Nina salía, el muy retrasado se quedaba viendo a la pared y escuchando acid house de finales de los 70s, si se puede decir que esa porquería se escucha, todo el rato era Spiral Tribe, un día deje como por descuido un ejemplar de Uzumaki, a ver si le gustaban tanto los espirales cuando los leyera presentados por Junji Ito.

Cayó en lo de las espirales. No trato de enrollarse y meterse en un tambo como yo esperaba, mi plan era que se terminara matando, para estar de nuevo solo con Nina a ver si podía reanimar nuestra relación; pero luego viendo frustrada esa posibilidad, pensé en activar algún satélite virtual en el edificio de una compañía de teléfonos que había sido tomada por unos locos que se vestían como si estuvieran en mad max y que me debían favores de cuando les arreglé drones para transportar drogas. Así el trabajo incesante de Tavis generaría criptomonedas reales que yo pudiera quedarme.

Tras leer uzumaki Travis comenzó a hablarme, siempre en jerga de programador, me contaba de lo mucho que le gustaba poner a los loops a trabajar para el y poder reusar código viejo para hacer cosas nuevas. El muy gandul trabajaba de 9de la noche a 3 o 4 de la mañana, al otro día salía del cuarto de Nina a las 2 de la tarde. Lo deje pilotar algunos drones, al menos ganó un par de carreras.