La contracultura:
La contracultura son los valores, tendencias y formas sociales opuestas a las establecidas en una sociedad.
La palabra puede entenderse en dos sentidos: por una parte, constituye una ofensiva contra la cultura predominante; por otra parte, es una "cultura a la contra" que permanece (al menos en un primer momento) al margen del mercado y los medios de formación de masas, es decir, en el underground.
Se le ve a la contracultura como una desintegración de estructuras y formas llevadas a cabo dentro del mismo orden social. Este fenómeno no es lineal, por lo tanto, al no mostrarse como una estructura formal a simple vista, se le relaciona con el caos y desorden social. Las estructuras de la contracultura se van modificando con base en los intereses que son pertenecientes del status quo.
La contracultura es probablemente tan antigua como la propia cultura, esto se puede simplificar con el hecho de reconocer la variedad de mentalidades respecto a temas en específico. Cabe mencionar que la contracultura no está contra la propia cultura, sino contra la forma en que ésta se encuentra impartida.
La Metacultura:
Ninguna cultura particular es o debe ser universal (digna de suplantar a todas las demás), porque todas lo son (en tanto que análogas, especialmente en su capacidad metacultural). Todas pueden saltar más allá de sí mismas. Muchas tienen, además, rasgos comunes. Y algunos contenidos (como la numeración arábiga) parecen dignos de volverse universales, por razones prácticas. Pero lo verdaderamente universal (además del lenguaje, y gracias al lenguaje) es la metacultura, esa zona (vacía de contenidos, porque es un salto por encima de los contenidos) donde todas las culturas están en presencia de las otras y se comprenden entre sí y a sí mismas, desde afuera.
La Metacultura:
Ninguna cultura particular es o debe ser universal (digna de suplantar a todas las demás), porque todas lo son (en tanto que análogas, especialmente en su capacidad metacultural). Todas pueden saltar más allá de sí mismas. Muchas tienen, además, rasgos comunes. Y algunos contenidos (como la numeración arábiga) parecen dignos de volverse universales, por razones prácticas. Pero lo verdaderamente universal (además del lenguaje, y gracias al lenguaje) es la metacultura, esa zona (vacía de contenidos, porque es un salto por encima de los contenidos) donde todas las culturas están en presencia de las otras y se comprenden entre sí y a sí mismas, desde afuera.
Fuente: Letras Libres